10 de noviembre de 2013

Geoingeniería: nos fumigan a diario

Por Alejandro Carrillo.- No es la primera vez que trato de exponer este tema, pues ya en 2010 se publicó en este medio un articulo cuyo título rezaba: “¿Qué pasa en el cielo?” Aunque por aquel entonces era un tema relativamente “frío” y del que gran parte de la ciudadanía no había oído nunca hablar.

Antes de nada es aconsejable ver este video de un avión del tipo KC-10 en pleno vuelo dando muestras de un comportamiento bastante extraño y que fue grabado por los pilotos de otro avión que le seguía de cerca.

Después de unos cuantos años de difusión masiva por la red, el fenómeno conocido como “chemtrails” ha sido objeto de interés por parte de medios de todo el mundo, y por supuesto de España. Y aunque el tratamiento del tema no haya sido demasiado profundo, pueda resultar algo frívolo a quien ya es conocedor del mismo, y casi siempre se emitiese en horas de mínima audiencia, me sorprendió mucho verlo en Cuatro y en la CNN y oírlo en RNE y en la Cadena Ser, entre otros.

El fenómeno en cuestión consiste en la fumigación o esparcimiento sobre las capas medias y altas de la atmósfera por parte de aviones sin distintivo alguno, de grandes cantidades de metales como el aluminio y el bario, y otras sustancias como nanotecnología, virus, ADN, etc. Y esto queda demostrado por los análisis de agua, que cientos de investigadores, y asociaciones independientes de todo el mundo creyeron oportuno realizar y publicar. Según aseguran otros muchos estudios, estas fumigaciones sirven como catalizador para un arma de control climático llamada HAARP (High Frequency Active Auroral Research Program). Esta tecnología tiene la capacidad de crear terremotos a través de la emisión de ondas de baja frecuencia y de calentar la ionósfera y desplazar así las nubes a voluntad.

Esto no es algo para creerse o no creerse, sino para comprobarlo por uno mismo, bien investigando en Internet, donde hay miles de páginas de asociaciones denunciantes e informantes, de videos sobre el fenómeno y de autoridades e instituciones oficiales reconociéndolo; o bien observando cada día el cielo y las trayectorias inverosímiles que describen estos aviones: rumbo de colisión, paralelas de hasta cinco aviones, círculos, enrejados: típicos en fumigaciones agrarias… Y la frecuencia con la que lo hacen: llegan a cruzar el cielo más de cien veces en un solo día.

Para que nadie tenga que creerse nada, daré una serie de argumentaciones en la que me baso para seguir al día este fenómeno y desconfiar de sus intenciones, aunque como ya se ha dicho, siempre será mejor echar un vistazo en otras fuentes no oficiales (independientes) para corroborar o desestimar lo que aquí se diga.

Una de las obviedades es la cantidad de aviones que cruzan el cielo durante ciertos días, y otros en cambio no se ve ni un solo avión. Tampoco deja de resultar curioso el tipo de estela que dejan. Los expertos dirán que son estelas de condensación o “contrails”, pero esas se disipan muy rápido al paso del avión, y estas a las que me refiero duran minutos e incluso horas, y al expandirse dejan el cielo impregnado por una neblina que le da un tono pálido. Además, la temperatura durante el día aumenta unos diez grados, la sensación térmica en la piel se nota mucho y el horizonte se oscurece mire uno a donde mire, también en el campo, debido a que los gases emitidos por vehículos y demás agentes contaminantes no pueden subir a las capas más altas de la atmósfera, que ya están ocupadas por dichas sustancias de baja densidad. Por lo que el primer peligro que se deriva de estas prácticas es que se crea un techo químico bajo el cual los gases emitidos se concentran, y convierten la atmósfera en una cámara de gas gigante en la cual vivimos. Cuando esto sucede las nubes de toda la vida disminuyen drásticamente su altitud, y cuando el sol incide sobre las nubes creadas por las estelas se puede llegar a distinguir en ellas un color parecido al arco iris o al de un charco en el que ha caído gasoil. También es posible observar las sombras de las nubes proyectadas en el cielo, como una ráfaga negra que mana de ellas y se encoge y atenúa a la vez que se alarga. Lo cual es un claro indicativo de que el cielo debe estar impregnado por alguna sustancia relativamente opaca, que haga las veces de superficie en la que las sombras se proyectan.

Otro punto destacado son las condiciones requeridas para la formación de estelas de condensación: una temperatura inferior a -48ºC, altitud entre ocho y diez kilómetros aproximadamente, y una humedad relativa alta; junto al hecho de que en 2010 se patentó un dispositivo ultrasónico para evitar la condensación en vuelos comerciales. Ahora bien, no puede ser casualidad que esas condiciones, a las que la mismísima NASA tilda de extraordinarias, se den todos los meses durante varios días seguidos e incluso semanalmente, y no sólo aquí sino en todo el mundo, o al menos en aquellos lugares próximos a estados donde la OTAN tiene sede, lo cual se desprende de fuentes audiovisuales como el video "¿Qué nos están fumigando?"

La ruptura o disolución de las nubes cúmulo es otra de las conclusiones a las que se puede llegar con la simple observación de este fenómeno, pues en muchas ocasiones he podido ser testigo directo de lo que digo: cuando los aviones hacen su trabajo, los cúmulos de evolución de dispersan y el cielo queda cubierto por un tipo de nube muy estrecha y larga, cuya parte superior es totalmente horizontal, lo cual deduzco que ocurre cuando las nubes en dispersión hacen tope en el techo químico creado por las estelas de los aviones. Y una neblina lo impregna todo hasta el punto de distorsionar el horizonte más próximo. En este video se puede ver claramente en tres minutos como el techo químico es formado en cuatro horas de paso continuo de aviones.

¿Quién no ha oído hablar del calentamiento global? Recuerdo que Al Gore recibió el Nobel de la Paz por este asunto. Aunque curiosamente ahora lo llaman “El Cambio Climático”. Entonces, ¿es un calentamiento o un cambio? Porque un cambio puede ser frío.

En otra de las denuncias que se vienen haciendo desde multitud de colectivos, entre los que se pueden contar varios grupos de científicos, se viene a señalar, que el fin de la propaganda sobre el cambio climático, consiste en la recaudación de un impuesto mundial a las emisiones de carbono para financiar un gobierno mundial, y utilizar su implicación global para empujar al público hacia la idea de la necesidad de dicho gobierno. Para llevarnos al Nuevo Orden Mundial del que tanto hablan los políticos del imperio en sus discursos.

Otros documentos denuncian la implicación de multinacionales agroalimentarias y farmacéuticas como Monsanto en estos proyectos de geo-ingeniería. Y en este caso la cosa es mucho más fuerte. Porque según revelan estudios independientes del agua y del suelo en laboratorios de prestigio en diversos países del mundo, los niveles de óxido de aluminio son varios cientos o miles de veces superiores a los esperados. Y concluyen asegurando que las fumigaciones masivas de estos químicos están aumentando la acidez del suelo, lo cual perjudica gravemente el crecimiento de las cosechas y el desarrollo de la vida en general.

Por otro lado se sabe, porque es de dominio público, que Monsanto ya tiene patentadas semillas capaces de crecer en suelos ácidos, aunque en esta área sus patentes suelen ser sobre “productos terminator”, es decir, que no producen más semillas, con lo que podría acabar haciéndose con el monopolio mundial de semillas. De hecho, ya hay legislación europea promovida por los lobbies, que prohíbe expresamente a la gente guardar semillas, sin olvidar el engaño que promueven vendiendo fruta sin semillas: para que te sea más fácil comerla y mañana la pagues al triple.

Y si a esto añadimos el hecho, de que varias de estas corporaciones y otros inversores, como Bill y Melisa Gates a través de su fundación y publicado por “The Guardian”, han financiado la construcción de un búnker subterráneo en el que pretenden acumular semillas de todas las especies conocidas. Y si además tenemos en cuenta, que este sistema caótico y criminal en el que tratamos de sobrevivir necesita de la escasez para hacer negocio, y que los inversores anteriormente mencionados son parte de la élite social que impulsa y fomenta este sistema imperialista de tiranía económica. Entonces, caben pocas conclusiones. Porque el que domina quiere más dominio, y un imperio muere cuando deja de expandirse. Y solo en un contexto de escasez se puede crear en la masa la dependencia suficiente para controlarla y embarcarla hacia la utopía de las mentes psicópatas a las que les place vivir en este entorno, y que dirigen y diseñan sociedades capaces de soportar este estado de las cosas: su dominio perpetuo a cualquier precio.

La existencia de aviones equipados especialmente para dicho cometido está más que demostrada en videos y fotos que circulan por la red, e incluso por testimonios de políticos, pilotos y mecánicos de aviones de varias partes del mundo. De hecho está tan reconocido, que algunos de los responsables de dichas fumigaciones tóxicas han hecho público abiertamente, que se está llevando a cabo el esparcimiento sistemático de millones de toneladas de aluminio, bario, y otros metales pesados para, según ellos, proteger al planeta de las radiaciones solares y revertir el cambio climático. Pero existen opiniones bien argumentadas que declaran que el cambio climático lo están creando artificialmente y con otros muchos fines. Además, no me creo que hagan algo bueno y no se jacten de ello y le den toda la publicidad habida y por haber. Lo cierto es que, si alguien quisiera envenenar y debilitar a las masas para reprimir su respuesta ante esta crisis financiera, medioambiental, y sobre todo, de información, ¿lo diría abiertamente?

El control del clima es un arma poderosa que se ha utilizado en otras ocasiones. En la Guerra de Vietnam, el ejército estadounidense llevó a cabo la “Operación Popeye”, con la cual se prolongó la temporada de lluvias durante más de seis meses para dificultar el traslado de suministros y armamento del enemigo en la selva. Existe además un documento, firmado en los años setenta por un gran número de países, por el cual sus miembros se comprometen a no usar esta tecnología como arma contra otros países, pero se reservan el derecho a utilizarlo en su propio territorio. Por lo que siempre que el gobierno esté de acuerdo, las empresas y organizaciones que se vienen dedicando a estas actividades tienen carta blanca para hacer cuanto les plazca. Como prueba de lo dicho, dejo este enlace a una web en la que se ofertan estos servicios de fumigación masiva y alteración del clima.

Una vez que se conoce y se investiga este tema un poco, ya no deja uno de sorprenderse con su alcance y su profundidad. Desde que este fenómeno se ha generalizado, miles de anuncios, cabeceras de informativos y programas de máxima audiencia, exhiben con una frecuencia desconcertante emulaciones de estelas. Esta práctica de repetición se conoce como “Normalización”, y consiste en habituar al público, mediante imágenes e informaciones varias, a condiciones que más tarde se pondrán en marcha, para que sus mentes no perciban el cambio de escenario. Si esto se entiende y se asume, entonces resulta más sencillo advertir hasta qué punto los poderes financieros y corporativos controlan, medios de comunicación, grandes multinacionales, gobiernos y organismos internacionales entre otros. Y así proyectan en los demás la realidad que más les convenga. En estos videos se pueden ver casos de Normalización, y por otro lado, de manipulación informativa por parte del departamento de meteorología de, TVE (1), TVE (2), Cuatro y TV3.

Son tantos los indicios, testimonios y pruebas de todo tipo, que podría escribir sobre esto durante meses. Pero es preferible que cada cual busque e investigue este fenómeno por su cuenta. Sin embargo, no puedo terminar con la exposición de este controvertido tema sin narrar la experiencia que tuve la mañana del veintisiete de septiembre, en la que se me ocurrió llamar a AENA para preguntar sobre unos aviones que estaban sobrevolando mi pueblo y vastos alrededores formando una rejilla de estelas.

Primero llamé al Ejército del Aire (915032330), y una mujer muy amable me remitió a control de tráfico de AENA (913211000). De aquí me pusieron en contacto con un controlador aéreo del aeropuerto de San Javier, con el cual me lleve una grata sorpresa, al comprobar desconcertado, el sumo interés con que se tomo mi denuncia y la atención con la escuchó todo cuanto le dije al respecto del fenómeno. Tras hablar conmigo cerca de diez minutos y comprobar que su radar no detectaba los aviones que yo estaba viendo sobre mí cabeza, el controlador me puso en contacto con el sargento de la Guardia Civil del aeropuerto para que le diera detalles sobre la posición y el rumbo de dichos aviones. Pocos minutos después de haber hablado con el sargento en cuestión, recibí una llamada de la Guardia Civil del pueblo donde vivo para que les indicara desde dónde podían divisar los aviones y en qué dirección se encontraban. Yo les di las indicaciones oportunas y allí acabó todo por aquel día.

No obstante, este tipo de cosas, me dan confianza para no cejar en mi empeño por sacar esto a la luz e informar a todo aquel que esté dispuesto a mirar para ver, y a ver y a escuchar para comprender. Y desde aquí, animo a todo aquel que lea este artículo, a observar el fenómeno, informarse, y en caso de tener certeza de su existencia, denunciarlo o asociarse a algún grupo para hacerlo conjuntamente.

En Facebook se pueden encontrar grupos como Chemtrails Murcia o Asociación Nacional Española Cielos Limpios entre otros muchos, de los que se puede hacer miembro todo aquel que esté interesado en informarse y actuar.

Fuente: http://vegamediapress.net/not/6295/geoingenieria__nos_fumigan_a_diario/

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